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martes, 26 de abril de 2011

Blog Arturo Goicoechea

Una de las muchas formas de dañarse es con objetos punzantes. Los recursos defensivos de la red neuronal se han seleccionado para afrontar situaciones concretas de peligro. En la naturaleza hay objetos punzantes: espinas, astillas, pinchos. Pueden contactar con nuestra superficie y crear problemas. Las neuronas detectoras de nocividad (nociceptores) están capacitadas para localizar con toda precisión la agresión por un objeto punzante y liberar una respuesta motora de pinza que, incluso con ojos cerrados, elimina el agresor puntiagudo.
En interior no hay nada equivalente a los pinchos ni tiene sentido una acción defensiva de pinza. Los sucesos agresivos internos no tienen precisión de localización ni el dolor sirve para saber dónde se está produciendo exactamente el problema.
El dolor se expresa frecuentemente en forma de pinchazo sin necesidad de que hayamos sufrido una agresión con algo puntiagudo. Es un dolor vivo, muy localizado, intenso, pasajero. Habitualmente genera ansiedad por su carácter extraño. Puede haber pinchazos por todas partes. Son frecuentes en la cabeza y en el tórax. 
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