1. Evita, en lo posible, la financiación de la industria farmacéutica.Posiblemente sea el aspecto más complejo, y del que, por estar más habituados, más nos costará despegarnos. Pero es importante. Existe conflicto de intereses si al que pone dinero para que hablemos de un tema le interesa más que adoptemos una u otra postura. Y el problema con el conflicto de intereses no se soluciona con decir “a mí no me influye, aunque me paguen”. Lo primero, porque sí influye, quieras o no. Acostumbramos a devolver favores y, si no lo hacemos, alguien se encargará de recordarnos que lo tenemos pendiente. Lo segundo, porque aunque se pudiera garantizar la ausencia de influencia (que no se puede), nos resta credibilidad de cara al exterior. Una sociedad médica pierde toda su credibilidad al recomendar una vacuna si el fabricante de esa vacuna ha financiado su congreso y lo ha cubierto de logotipos. Puedes sustituir, en la frase anterior, la palabra vacuna con lo que tú prefieras: vigilancia de factor de riesgo, tratamiento, procedimiento diagnóstico o de cribado, terapia novedosa, etc. Poder emitir una recomendación y aseverar, a pie de página, que no tenemos con ello absolutamente ningún conflicto de intereses, es un lujo que debemos poder permitirnos. 2. Dale a la publicidad el espacio que merece, y no otro. |
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