La muerte no suele ser tema de conversación, a pesar de que el hombre conoce que, tan pronto como llega a la vida, tiene ya una edad suficiente para morir. Lo sabían los predicadores del más allá con su predilección plástica o retórica por las calaveras.
Memento mori, recuerda que has de morir. En cambio, el retraso de la muerte ha sido un esfuerzo permanente del desarrollo de la humanidad, con avances científicos espectaculares en los últimos cien años. Pero la lucha por la vida -por la salud- tiene sentido mientras sea posible sanar. Es el miedo a sufrimientos insoportables o innecesarios lo que ha impuesto el debate sobre la “eutanasia médica” -como mitigación de los dolores de la muerte-. Tiene siglos de antigüedad, pero nunca había merecido una atención tan apasionada y polémica.
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