Con la proliferación de las pruebas radiológicas cerebrales no es nada raro encontrarse de modo incidental con aneurismas no rotos, que no han dado ningún síntoma al paciente y que dudosamente lo harán en el futuro (su prevalencia en series de RM es del 1-2%, y en series necrópsicas del 1-9%). El impulso inmediato es enviar al paciente para su extirpación o embolización, dada la gravedad que comporta la hemorragia subaracnoidea, su consecuencia más temible. Pero ¿es eso lo mejor para el paciente? ¿es la relación entre el beneficio esperable y el riesgo asumido favorable en el caso de los aneurismas incidentales?
Recientemente en el blog El Comprimido reflexionaban sobre los efectos adversos de los fármacos, sobre el hecho cierto de que los médicos pensamos más en los beneficios potenciales y menos en los riesgos intrínsecos a la prescripción de los remedios que administramos. Y si esto es cierto para los fármacos, no lo es menos para las intervenciones quirúrgicas, sobre todo cuando tienen un carácter preventivo.
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Volviendo a los aneurismas no rotos, diversos trabajos han permitido establecer factores de riesgo asociados a la probabilidad de padecerlos y también a la probabilidad de sufrir una hemorragia subaracnoidea. Los recogemos en la siguiente tabla:
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