Si lleva media hora buscando las gafas que lleva colgadas de su cuello o ha guardado la leche en el horno en vez de en la nevera, no se angustie. Con toda seguridad, no está en la antesala del alzhéimer. Probablemente, no esté descansando lo suficiente y su cerebro se «duerma» como mecanismo de protección. Esta es la explicación que ofrece un grupo de investigadores de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos) en la revista «
Nature». En experimentos con ratas han visto cómo algunas neuronas se «apagan» durante cortos periodos de tiempo para hacer frente a la falta de descanso, aunque en la práctica estemos totalmente despiertos.
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