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jueves, 28 de abril de 2011

Blog Arturo Goicoechea

La supervivencia surge del recelo. Mientras no se demuestre lo contrario todo puede resultar perjudicial.
Hay seres vivos que escogen cuidadosamente un entorno garantista, libre de peligros y rebosante de alimento y se adhieren a él. Renuncian a moverse.
Otros escogen la estrategia de la movilidad, la exploración, el aprovechamiento de cualquier hábitat. Homo sapiens (ma non troppo) es uno de ellos.
Para vivir sin mucho cambio se necesitan pocas neuronas: las justas para escoger el lugar. Los vegetales no tienen neuronas. Los herbívoros sedentarios tienen pocas. Se conforman con comer hierba. Se defienden de los predadores con su volumen, con cuernos o agregándose en rebaños e invierten mucha energía en el complicado procesamiento digestivo del verde. Tienen más tripas que cerebro. Rumian lo que comen sin pensárselo dos veces.
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